Basílica

En el año 1962 el arquitecto español Julio Lafuente fue el encargado de construir una Iglesia de un estilo moderno y a la vez tradicional, que fuese un verdadero himno arquitectónico al Amor Misericordioso de Dios; después de tres años de trabajos de construcción, el Templo fue consagrado e inaugurado por el Obispo de Todi y el cardenal Ottaviani con la presencia de 60 obispos de diferentes nacionalidades.

La marquesina de la puerta, formada de una baja y gruesa placa de cemento, obliga al peregrino a reconocer el límite y la fragilidad de su condición humana.

El interior, en cambio, es amplio, luminoso y esbelto, haciendo percibir la grandeza del amor y del perdón de Dios.

La luz es uno de los elementos fundamentales de este edificio, como si fuese el material más precioso; penetrando no de las habituales ventanas, sino de numerosas y variadas fuentes y direcciones: los ojitos de la fachada, la hendidura en forma de cruz del techo, el cono de la cúpula, las portillas de luz de los cilindros, y las vidrieras de las paredes.

Al centro, sobre el pavimento rojo sobresalen, en un mármol blanco, el altar, el ambón y el sagrario, y sobre ellos una enorme corona de cobre que los circunscribe, evidenciando así la parte más sagrada de la Iglesia.

Para cantar las maravillas del Amor Misericordioso, detrás del altar, arriba a la derecha, se encuentra un grandioso y animado órgano de la casa Tamburini, asomando un haz de trompetas de brillante metal.

La Basílica es original también por sus paredes formadas de enormes cilindros, que siendo huecos por dentro pueden albergar numerosas capillas.

La capilla cerca del Sagrario está dedicada a Santa Teresa del Niño Jesús, apóstol del Amor Misericordioso de Dios. Se le aparece a Madre Esperanza cuando era niña y le dice: “Vengo de parte del Buen Jesús a decirte que tu deberás continuar aquello que yo he iniciado…”

En la capilla siguiente, andando hacia la salida, se encuentra el cuadro de la Virgen Medianera, con el lirio en el pecho, del cual florece la Eucaristía. Con los brazos abiertos en actitud de implorar misericordia de su divino Hijo; con especial tacto maternal, asunta a los cielos, continua obteniéndonos la salvación eterna. Es obra del pintor Elis Romagnoli.

La imagen del Niño Jesús, colocada en la capilla siguiente, quiere recordarnos que el Señor, antes aún que con la cruz, nos ha demostrado su Amor misericordioso con la Encarnación, tomando nuestra naturaleza humana en la humildad del pesebre.

La última capilla en el fondo de la Iglesia está dedicada a las almas de purgatorio. Los nichos vaciados en la piedra del altar nos traen a la mente la misericordia de Dios que ha querido la resurrección nuestro cuerpo al final de los tiempos, en virtud de la Resurrección de Jesús que era el único que podía matar a la muerte.

En el primer cilindro, a la izquierda según se entra, se encuentra un elevador que une la cripta con la Basilica.

En la capilla siguiente una serie de cuadros representa los acontecimientos principales de la vida del Señor. Su colocación en forma de cruz sugiere que toda la existencia terrena de Cristo ha sido un acto de amor sacrificial para nuestra salvación: “Como Él que no conoció el pecado, Dios lo hizo pecado para nuestro favor”. Es obra del pintor español Mariano Villalta, así como también es suyo el Crucifijo del vidriera sobre la entrada de la Basílica.

En el cilindro siguiente, confesionarios dispuestos de forma circular. Sobre ellos se encuentra una enorme cruz de madera. Todo ello nos recuerda que en el sacramento de la reconciliación cada hombre puede experimentar de modo particular  que la misericordia de Dios es más fuerte que el pecado.

Sobre la pared de la siguiente capilla, cuatro cuadros del pintor Longaretti presentan a Jesús Misericordioso que se conmueve ante el sufrimiento humano: resucita al hijo de la viuda de Naim y a la hija de Jairo; cura a los leprosos y al paralítico. Sólo el Evangelio nos puede dar una idea de la misericordia de Jesús durante su vida terrena… pasó haciendo el bien y sanando toda enfermedad.

La Virgencita del Pilar, venerada en España, está representada en la penúltima capilla. Recuerda la aparición de la Virgen al apóstol Santiago desesperado en su obra de evangelización; Dios se sirve de María, como instrumento privilegiado, para  atraer a los hombres por el camino de la salvación.

En la última capilla, el artista español Vaquero Turcios representa en un tapiz a San Pedro y a San Pablo. La imagen con los dos apóstoles, como dos grandes columnas, hace pensar en la fuerza de la misericordia de Dios que es capaz de transformar a los hombres de pecadores en santos de excepcional grandeza espiritual.

La Iglesia obtuvo el título de Basílica en recuerdo de la visita que el pontífice Juan Pablo II hizo a Collevalenza el 22 de Noviembre de 1981. En esta fecha, fiesta de Cristo Rey, el Papa elige este santuario para pronunciar y reconfirmar de nuevo el mensaje de su encíclica “Dives in Misericordia”, en el primer aniversario de su publicación.

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