Un peregrino herido

El 22 de Noviembre de 1981, el papa Juan Pablo II hace su primera salida del Vaticano después del sangriento atentado del 13 de Mayo del mismo año en la Plaza de San Pedro, y va, como peregrino aún convaleciente, para dar gracias al Amor Misericordioso. El Papa dijo: “Hemos venido en visita a este santuario porque a la misericordia de Dios somos deudores de nuestra salud”.

Conocía a la Madre desde que había sido Obispo de Cracovia, y había ido dos veces a verla y hablar con ella. La encontró de nuevo, pero esta vez en una silla de ruedas. Se acercó a ella, se inclinó y le depositó un beso en la frente.

Ni que se hubiera concebido para traérsela en homenaje. Ese mismo año el papa había promulgado la encíclica “Dives in Misericordia”, que recogía, analizaba, estudiaba y proclamaba al mundo que Dios es rico en misericordia, un Padre bueno, el Amor Misericordioso, lo que la Madre había vivido y anunciado durante toda su vida. El Papa dijo en Collevalenza: “Este año publiqué la encíclica Dives in Misericordia. Esta circunstancia me ha hecho venir hoy al Santuario del Amor Misericordioso. Con esta presencia quiero reafirmar, en cierto modo, el mensaje de esta encíclica… Desde el comienzo de mi ministerio en la sede de San Pedro en Roma, he considerado este mensaje como mi tarea particular”.

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