FIESTA DEL SANTUARIO DEL AMOR MISERICORDIOSO

Al final de este día, las Esclavas y los Hijos del Amor Misericordioso, con alegría, dan gracias al Señor por la fiesta celebramos en el Santuario del Amor Misericordioso en Collevalenza, un Santuario querido por el Señor y construido a través de la Beata Esperanza de Jesús. Hubo varias celebraciones solemnes, momentos de alabanza y gratitud, celebración, música y reflexión han marcado los días previos a este festival culminó justo hoy, 26 de septiembre. La Familia del Amor Misericordioso tuvo el gran placer de dar la bienvenida al obispo local de la diócesis de Orvieto-Todi, Mons. Gualtiero Sigismondi, que presidió la última celebración de este día rodeado por los sacerdotes Hijos del Amor Misericordioso y varios sacerdotes del clero diocesano, recordando a toda la asamblea la extraordinaria grandeza del Amor que Dios derrama sobre el hombre.

Mons. Sigismondi compartió:

“La liturgia nos da una fórmula hermosa: Dios manifiesta su omnipotencia sobre todo con misericordia y perdón. La misericordia es el aliento profundo de la pasión de Dios por el hombre; la misericordia es la previsión de la misericordia de Dios que no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva. La misericordia es una fuerza de trabajo incluso cuando el movimiento de conversión aún no se ha logrado, pero acaba de comenzar. La misericordia nos hace escuchar el latido del corazón de Dios, el movimiento histórico de emoción y el movimiento de compasión, como nos recordó el profeta Oseas en la primera lectura. La misericordia manifiesta la bondad de Dios que se inclina sobre el hombre, lo acerca a su mejilla, le enseña a caminar sosteniéndolo de la mano, mostrándole el camino de la caridad, nos fue recordado en la segunda lectura (tomada de 1Cor 13): la caridad que lo espera todo, lo soporta todo.

La misericordia de Dios lo cubre todo, pero nada esconde: ¿qué tan lejos está Oriente de Occidente – nos dijo el salmista- para que nos quite nuestras faltas? La misericordia de Dios sobreabunda donde abunda el pecado; revela que Dios es paciente, indulgente: nos ama hasta el final. Escuchamos esta expresión hasta el final en el Evangelio, cuando Jesús en el Cenáculo, antes de la fiesta de Pascua, amó a los suyos hasta el final. Podemos entrar en el Cenáculo esta noche, de puntillas, para darnos cuenta de lo inmenso que es el amor de Dios para aquellos que le temen, para darnos cuenta de lo cierto que es que la misericordia de Dios limpia el cielo y la tierra. Dentro del Cenáculo hay una banda sonora, la del silencio: el silencio de los discípulos incrédulos al ver a Jesús preparándose para lavarse los pies. Hay un gran silencio, roto solo por la voz del aire y la mirada de los discípulos. Tratemos de acercarnos a algunos de los discípulos para ver la escena de cerca.

Cuando Jesús lava los pies de Pedro, los ojos de Simón se refugian en la jofaina. Intentó escapar, sin tener éxito. Los ojos de Simón buscan una ruta de escape y la encuentran en la jofaina. Y así se reflejan en el agua y en el espejo de esa agua se encuentran con los ojos de Jesús. Tratemos de imaginar cuando Jesús lava los pies de Juan, el discípulo amado, lo que ya siento la taquicardia del corazón de Jesús. Quién sabe, tal vez Jesús haya apretado los pies de Juan con la toalla para hacerle sentir una vez más su afecto por su predilección. Jesús, entonces, lava los pies de Tomás, el discípulo que para creer querrá ver y tocar las heridas del Señor. Tal vez Jesús haya tocado sus pies con la misma dulzura con la que Tomás, el día de Pascua, se habrá atrevido a tocar solo con sus ojos las heridas del Señor que se han convertido en heridas de luz. Entonces Jesús también lavará los pies de Judas que, como nos recordó el Evangelio, ya había abierto su corazón al diablo. Quién sabe: en esa jofaina, el Señor habrá derramado la piel de sus amargas lágrimas para la traición. Jesús lavando los pies de los discípulos los convirtió en un acto de homenaje, de rodillas, como para rendir homenaje a esos pies que habrían quitado el primer anuncio de la alegría pascual.

Hermanos y hermanas, queridos amigos. Esta página del Evangelio de Juan nos hace ver de primera mano que la misericordia de Dios nos ama hasta el final; el Señor, a través del ministerio del altar, a través de la mediación de la Iglesia, en el sacramento de la reconciliación, continúa lavando, no solo nuestros pies, sino también nuestras manos, nuestra cabeza, nuestra alma, y nos devuelve la infancia, la inocencia bautismal de la misericordia divina. Es una fuente de gran consuelo para mí saber que este Santuario es un espacio en el que te sumerges en el océano de la misericordia divina gracias a la disponibilidad de diferentes sacerdotes que acogen cada día a aquellos que quieren sentir la misericordia del amor de Dios hasta el final. Pidamos al Señor la gracia de nunca olvidar que la dulzura de la misericordia divina pasa por la purificación del sacramento de la penitencia. El bautismo es la primera mesa de salvación; el sacramento de la penitencia es la segunda mesa de salvación, después del bautismo. Derramemos siempre nuestras lágrimas sin miedo en la jofaina del sacramento de reconciliación: también son preciosas porque también mueven el corazón de Dios, el Padre Misericordioso. Todopoderoso es su Misericordia”

LA SORPRENDENTE INDIA

Quien haya vivido algún tiempo en la India no le extrañará lo que va a leer. Nos situamos en concreto al suroeste de la India, en Kerala.

Las imágenes que se ven son del jardín-parque de la casa de la comunidad EAM en Nanthirickal, Quilon. Es un verdadero relax contemplar tanto árbol y tanto verde. Entre los árboles hay muchas palmeras de coco que tienen una grandes hojas, pasto de fiesta para muchos animales, entre ellos los imponentes elefantes. Es sabido que en la cultura hindú es uno de los animales sagrados y que su valor místico y religioso es incalculable.

Pues con estos paquidermas nos vamos a quedar.

Contactamos con unos dueños de elefantes ofreciéndoles la posibilidad de venir a recoger abundante comida para sus protegidos. Aceptaron. Así, hace pocas semanas, una mañana avisaron que venían. Huy! Qué pasará!!!

Efectivamente llegaron tres señores con un jovencito paquiderma de 16 años, unos 4 metros de altura y 2200 kilos, todo un modelo de fitness! Aunque nos han dicho que los hay que llegan a pesar hasta 7 toneladas, que es el mamífero terrestre más grande, que el embarazo dura 22 meses y cuando nace el elefantito ya pesa 90 kilos… todo un récord!

Fueron necesarios muy pocos minutos para que religiosas y las jóvenes que viven con nosotras nos encostráramos ante el nuevo visitante! El muy majo se lió a comer las hojas de palmera puestas a su alcance y de vez en cuando se pasaba al pasto verde y fresquito… Harto de comer nos regaló parte de su perfecta digestión que, visto lo visto, demostró que no necesitaba laxantes… Nos dijeron que comen unos180 kilos de comida al día… así están ellos…

Hubo momentos de verdadera euforia sacando fotos, selfies; las más valientes se acercaban a tocarle, pero se echaban a la carrerilla apenas movía un poco la trompa o las enormes orejas, las más grandes del mundo, que les sirven como de ventilador cada vez que aletean.

Pedimos información sobre la probóscide o trompa. En síntesis: es como una llave multiusos: les sirve para respirar, levantar objetos, beber agua, acariciar… También el olfato lo tienen muy desarrollado, útil para reconocer la mejor comida, percibir un peligro y un largo etc. Añadieron que son inteligentes con una gran memoria, solidarios, dóciles y leales. Nada sorprende que de estos paquidermas se cuenten episodios muy variados y curiosos.

Luego llegaron los momentos de las órdenes de sus dueños: que se tumbara… y el enorme paquiderma, dócil como un corderillo, se echaba al suelo hasta que otra orden le decía que se levantara; después cerquita de un árbol se le dijo que cogiera hojas y eso hizo el obediente animal. Otra orden debió de ser que levantara una pata para que se subiera  en él el domador y así fue.

Finalmente, ya preparada la gran brazada de hojas de palmera, le ordenaron que la cogiera y con ayuda de los colmillos y de la trompa agarró, como si nada, la brazada que tenía que pesar lo suyo.

Ultima orden: caminar para salir del jardín con su preciada comida… y, excelente obediencia, antes di llegar a la salida la sugerencia fue que saludara y, aleteando sus enormes orejas, nos brindó un amable saludo de despedida.

No pretendemos dar ejemplares lecciones, porque no necesitamos de animales a quienes imitar pero con un poco de buena imaginación interior, algo se puede aprender de la docilidad, de la lealtad, de la solidaridad del animal más grande del mundo: el ELEFANTE!